Una avalancha de rocas se quedó a escasos centímetros de la
vivienda en la que dormía Jesús del Olmo, su mujer y sus dos hijas en el primer
piso de un bloque de cinco alturas de Ermua que amaneció envuelto en el caos
más absoluto. Pensando que el mundo se les venía encima. El desprendimiento de
una ladera sepultó una veintena de coches y obligó a desalojar a 24 familias
ante el riesgo de que el corrimiento de tierra se llevara por delante varios
pilares del edificio más próximo.
No hubo daños estructurales ni heridos, aunque sí escenas de
«pánico» y angustia durante las siete horas que los afectados tardaron en
regresar a sus hogares.
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