A estas alturas de los estudios, está claro que si
se quiere volver a abrir al público, la plaza deberá ser objeto de una reforma
que no consistirá precisamente en una mano de pintura, ya que el complejo
deberá ser reforzado.
Los técnicos
de la UBU que analizan el estado de conservación de la plaza de toros, con
especial incidencia en la degradación de los materiales, le van trasladando los
datos obtenidos al equipo de Gobierno de Javier Lacalle, si bien el informe
definitivo no se conocerá hasta, como pronto, finales de la próxima semana.
La parte buena es que la prueba de carga que se ha venido realizando en los últimos días demuestra que la estructura se mueve y que, concretamente, ha cedido casi 0,6 milímetros al soportar las 14 toneladas de agua que se han concentrado sobre una parte del tendido 3. Ahora toca saber si la estructura recupera su posición original y, si es así, el resultado será bueno. Si no es así, sería desastroso.
En los departamentos cegados en las zonas inferiores de los tendidos, la acumulación de humedad y hielo ha sido todavía más importante que en resto de los tendidos, y la consecuencia es que la degradación también es mucho mayor. Tanto que los aceros del hormigón armado han desaparecido literalmente. De ellos queda la huella de la oxidación y poco más, y eso es una muy mala noticia. Además, los primeros análisis están demostrando que, si bien la resistencia de los hormigones es buena, su porosidad es muy elevada. Esta es una patología grave porque hace que la estructura sea más permeable y el agua acabe mucho más rápido con el acero.